Última semana de pasión y promesas, peloteos calientes y golpes bajos en España. La campaña electoral inicia la carrera final: enfrentando las olas de calor (ayer 45 en Cataluña), el domingo se votará por la renovación de las Cortes y, si se confirman las previsiones, por un cambio radical de gobierno. Todas las encuestadoras, excepto una muy cercana al presidente del Gobierno socialista Pedro Sánchez, dan al Partido Popular (PP) de Alberto Nuñez Feijóo con clara ventaja sobre el Psoe, pero sin la certeza matemática de ganar por mayoría absoluta de 176 asientos.
Una meta que se puede lograr en alianza con la extrema derecha de Vox, encabezada por Santiago Abascal, que habría perdido unos puntos porcentuales y ahora pelea por el tercer puesto con Sumar, la coalición rojiverde de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. El estancamiento político post-voto -como sucedió en 2019- es una hipótesis improbable pero no imposible y en este escenario los partidos autonómicos, vasco y catalán en cabeza volverían a ser protagonistas.
La guerra de cifras terminó ayer, con la prohibición de publicar nuevos sondeos. Ahora más que nunca importan las palabras y proclamas de los candidatos Déjate llevar por propuestas cada vez más originalesde la rebaja del IVA a las peluquerías (Feijóo) a hasta 20 semanas de permiso a los padres primerizos (Sánchez), del «legado» de 20.000 euros a los de 18 años (Díaz) a una lucha cuesta arriba contra los separatistas catalanes (Abascal , que augura “peores tensiones que las de 2017” si asume el cargo).
La palabra clave de esta campaña, sin embargo, sigue siendo «Sanchismo».: para los opositores al jefe de gobierno, condensa todas las faltas de un político “narcisista, mentiroso y apegado al poder”; para sus partidarios, por el contrario, es sinónimo de “venganza y resistencia”.
Esta noche los candidatos competirán en un trío televisado, con la estrepitosa ausencia del líder del PP. Sánchez persigue una remontada improbable; Díaz atacará con cara dura a los “neofranquistas”; Abascal estará solo en la defensa del frente conservador. Precisamente, las habladurías apuntan a que Feijóo espera en su error recuperar las voces que se han filtrado a la derecha. En los mítines, el líder del Popolari sigue pidiendo «una gran mayoría»: «Hay que unir el voto y la única papeleta que garantiza el cambio sin broncas es la del PP», declaró ayer. Sueña con gobernar sin llevarse bien con Vox, como ocurrió en la Comunidad Valenciana y en Extremadura tras las administraciones del 28 de mayo. Un sueño que difícilmente se hará realidad.
Aunque empezaron a gobernar juntos en el ámbito local, PP y Vox parecen hoy más rivales que aliados. Abascal, con su actitud de torero, anunció que tras las elecciones habrá un enfrentamiento difícil y que «podría haber dificultades». A Vox no le gustó la «mano tendida» del PP al PSOE (desmentida) por un pacto de neutralidad que permita gobernar a la lista con más votos «sin tener que aliarse con el extremismo». No se descarta la parálisis, como es el caso de la Región de Murcia, donde Vox quiere entrar en el Gobierno, con el 18% de los votos, pero el PP sólo necesita dos escaños más y de momento no cede.
Los Populares temen un paso en falso que pueda destrozar la ventaja acumulada. El afable Feijóoque no había fallado un tiro hasta ahora, Ha estado a la defensiva durante unos días.. Esto se debe a una entrevista en la que aseguró que los gobiernos conservadores anteriores siempre habían reevaluado las pensiones, solo para retractarse apresuradamente en medio de la polémica. «Si digo algo que no es correcto, no es el resultado de mentiras sino de inexactitudes», explicó. El «campeón de la verdad» frente al «mentiroso» Sánchez, sin embargo, ya no es inmaculado.
Por si fuera poco, de los archivos fotográficos reaparece una foto de 1995 quien lo representa a bordo del yate de un narcotraficante gallego. Cuando se publicó por primera vez hace diez años, Feijóo se justificó diciendo que apenas conocía a Marcial Dorado. Ahora la duda resurge.
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