Los resultados de las elecciones españolas del domingo 23 de julio se traducen en un posible impasse en la gobernabilidad del país. Con el 99% de los votos escrutados, el Partido Popular se consolida como primera fuerza política del país, consiguiendo 136 escaños: 47 más que los obtenidos en las elecciones de 2019, pero aún insuficientes para formar un gobierno monopartidista. De hecho, para obtener la mayoría absoluta, el partido tendría que alcanzar 176 escaños.
A estas alturas, ni siquiera una posible coalición con Vox sería suficiente: el partido de extrema derecha se queda con 33 escaños, o 19 menos que el actual, lo que eleva el bloque a 169 escaños. Incluso el hipotético aporte de diputados de UPN y Coalición Canaria no sería suficiente para alcanzar el número de diputados necesarios para formar gobierno.
Un resultado potencialmente positivo para el Partido Socialista del presidente saliente Pedro Sánchez, que alcanzó 122 escaños (dos más que en 2019). Junto a los 31 diputados obtenidos por Sumar, la sorprendente coalición de 15 partidos de Yolanda Díaz, el bloque de izquierda alcanzaría 153 escaños, todavía lejos de la mayoría absoluta. Y sus aliados tradicionales en el Parlamento -ERC, Bildu, PNV y BNG (todos partidos regionales)- suman en conjunto 19 diputados. La investidura de Pedro Sánchez dependería, por tanto, de la decisión de Junts de Carles Puigdemont de desequilibrarse.
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