por Giuseppe Gagliano –
Francia y España están ahora en competencia abierta para ganar contratos de infraestructura en Marruecos, lo que subraya la importancia estratégica que tiene Rabat para las potencias europeas en el contexto del norte de África. El consorcio formado por las empresas francesas Egis y Systra, con la marroquí Novec, ganó el contrato para gestionar la infraestructura de la línea ferroviaria de alta velocidad entre Kenitra y Marrakech, poniendo de relieve el fortalecimiento de los vínculos económicos entre París y Rabat. Esta decisión se produce después de que Francia apoyara oficialmente el plan marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental, una elección que no sólo consolida las relaciones bilaterales sino que también ejerce presión sobre Madrid, que tiene importantes ambiciones en los sectores de infraestructuras y energía en Marruecos.
España, bajo el liderazgo del primer ministro Pedro Sánchez, había tratado previamente de mejorar las relaciones con Marruecos a través del apoyo económico y la cooperación en diversos sectores, incluida la seguridad y la gestión de los flujos migratorios. Sin embargo, el apoyo explícito de París al plan de autonomía del Sáhara, un tema extremadamente sensible para Rabat, refuerza la posición diplomática de Francia, haciendo más difícil para España mantener una posición competitiva en Marruecos sin adoptar una línea similar.
Esta rivalidad entre Francia y España en Marruecos refleja una rivalidad más amplia por la influencia en el norte de África, una región considerada crucial para la seguridad energética europea y el control de las rutas migratorias. Mientras Francia utiliza sus históricos vínculos diplomáticos y culturales para fortalecer su presencia económica, España busca capitalizar su proximidad geográfica y sus vínculos comerciales establecidos. La reciente adjudicación del contrato ferroviario representa una victoria significativa para Francia, que se beneficia no sólo de una ventaja económica sino también de una influencia política en sus relaciones con Rabat.
La posición de Marruecos, que equilibra cuidadosamente sus relaciones con las principales potencias europeas, destaca su capacidad diplomática para maximizar los beneficios económicos y estratégicos sin alienar a ningún socio. Mientras París y Madrid compiten por el acceso a los lucrativos mercados marroquíes, Rabat continúa fortaleciendo su posición como actor central en la dinámica geopolítica del Mediterráneo occidental y el norte de África.
Desde una perspectiva geopolítica, la competencia franco-española en Marruecos representa un microcosmos de las rivalidades más amplias entre las potencias europeas por la influencia en África, un continente cada vez más central para los equilibrios económicos y estratégicos globales. Dado que Marruecos sirve de puente entre África y Europa, las decisiones de inversión y las alianzas diplomáticas de Rabat seguirán desempeñando un papel crucial en la configuración de las relaciones entre Europa y África.
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