A conversación telefónica entre Sergio Mattarella y Emanuel Macron para tratar de disolver la controversia entre los gobiernos italiano y francés sobre la inmigración y las ONG. Una polémica, por no decir choque, que corre el riesgo de aislar a nuestro Gobierno a nivel europeo, dadas las críticas, aunque más suaves, también de España y Alemania, y el fastidio de Bruselas. Macron evitó pronunciarse oficialmente, prefiriendo delegar a sus ministros que usaron tonos muy duros hacia el gobierno de Giorgia Meloni. Una polémica que puede no acabar ahí, pese a la cordial llamada telefónica entre Mattarella y Macron. Porque mucho más allá de las cuestiones humanitarias y legales, la cuestión de la inmigración esconde algo más.
Empezando por los problemas políticos de la presidenta francesa, a la que Marine Le Pen acusa de querer abrir las fronteras a los inmigrantes ilegales. Una línea compartida en parte, en sustancia si no en tono, por los antiguos gaullistas. Pero también la izquierda de Jean-Luc Mélenchon ha puesto a Macron en la parrilla, pidiendo explícitamente más solidaridad y espíritu de acogida hacia los inmigrantes. Macron tiene todo el interés en no legitimar por completo al gobierno de centro-derecha liderado por Meloni, ya que esto también legitimaría implícitamente a la derecha lepenista. Pero fue solo el aspecto político interno lo que pudo haber llevado a Macron a subir el tono de la polémica.
El tono utilizado por París quizás se entienda mejor dados los últimos desarrollos en algunos partidos financieros estratégicos para los dos países. El primero y más reciente se refiere a la reapertura de negociaciones con Msc-Lufhtansa para la transferencia de control de Ita-Airways con terminación de negociaciones exclusivas, decidida por el Ministro de Economía Giancarlo Giorgetti, con Certares en asociación con Air France-KLM.
Pero quizás el tema más candente para París es la oferta pública de adquisición de Tim, para sacar a la compañía telefónica líder del país, su teléfono fijo y Telecom Sparkle del control francés de Vivendi. Giorgia Meloni, en su discurso de investidura, fue clara: las telecomunicaciones y las redes fijas deben estar en manos italianas también por razones de seguridad. Obviamente París piensa diferente y sube el tono de la polémica sobre todo. El gobierno italiano ofreció al gobierno francés la oportunidad de iniciar un incendio que, quizás, tarde o temprano habría estallado de todos modos.
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