Veinticuatro años de muerte. Una historia atroz, muy parecida a la del exdefensor del Nîmes y de la selección de Francia John Pierre Adamsquien había estado en coma durante 39 años debido a un error anestésico durante una operación menor de rodilla. Raúl García Álvarez se despidió de esta vida a los 41. Su existencia se vio interrumpida en el descenso de la Morcuera, cuando solo tenía 17 años, durante una etapa de la Vuelta a la Sierra del Norte en Madrid. La caída del 20 de agosto de 1998. Unos días antes Marco Pantani había ganado el Tour de Francia. Álvarez era un escalador prometedor. Aquel día, al acercarse a una curva del traicionero puerto muchas veces incluido en el recorrido de la Vuelta, el ciclista segoviano salió mal de una curva y cayó a un barranco, trepando por un terraplén de cinco metros de altura. La colisión lo dejó con un traumatismo severo en la cabeza y el pecho, así como un corte profundo en la pierna. Álvarez descendía a unos 80 km/h y probablemente -aunque la familia está convencida de lo contrario- sin casco. Rescatado en helicóptero, el corredor fue trasladado al hospital 12 de Octubre de Madrid, donde fue intervenido quirúrgicamente durante cuatro horas y media.
Durante el primer año tras el accidente, el ciclista permaneció en una clínica Burgospero con pronostico irreversible. Cuando la familia se dio cuenta de que no había nada más que pudieran hacer, decidieron llevárselo a casa. Desde entonces, ha sido cuidado por sus padres con la ayuda de sus hermanos. “Estuvimos con él hasta el último momento, fue duro, pero ahora está descansando en paz. Ni los médicos pensaban que pudiera vivir tantos años. Creo que si vivió tanto es gracias a los cuidados de mi madre, que lo cuidaba las 24 horas», dijo su hermano Antonio. García Álvarez sintió profesionalismo y parecía encaminado hacia una gran carrera. Esta curva se lo quitó a él y todo lo demás.
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