Han pasado casi 18 años desde que el semanario The Economist definiera a Italia como «el enfermo de Europa». Una definición que luego fue devuelta en 2018, debido al estancamiento político que siguió a las elecciones de ese año, pero también en 2020 por el canal de televisión financiero estadounidense CNBC. Las dificultades estructurales, económicas y políticas de Italia ciertamente no son nuevas, como Nicolò Giangrande, investigador de la Fundación Di Vittorio, dijo a los estudiantes durante la segunda lección de la novena edición de la Escuela de Formación Política de Alisei, en el CGIL de Monza y Brianza.
Giangrande brindó a niñas y niños las bases para entender cómo funciona el sistema económico, con la firme convicción de que “la economía no debe dar miedo, no se compone sólo de fórmulas”. Y que, si se estudia y utiliza correctamente, «no da respuestas prefabricadas sino que proporciona las herramientas para tener un juicio propio e independiente». Partiendo de la distinción micro/macroeconómica a la inflación, del desempleo a las variables de influencia, los alumnos de Alisei pudieron poner en su bagaje de conocimientos las primeras herramientas para comprender la situación italiana y su especificidad.
Con base en gráficos y datos de la Fundación Di Vittorio, Giangrande describió la imagen de un país, Italia, notablemente achatado en cuanto a peculiaridades productivas, estable en cuanto a salarios y con una baja tasa de empleo, con la cuestión demográfica acechando y ya requiere una seria consideración.
La especificidad de Italia es una estructura productiva, definida como recordaba Giangrande «enanismo empresarial», compuesta por el 95% de sus empresas por «microempresas», es decir con un máximo de 9 empleados. De ahí una serie de consecuencias: la mayor presencia respecto a los principales países europeos de puestos de trabajo menos cualificados que los intelectuales y científicos, el elevado número de horas anuales trabajadas, siempre por encima de la media de la UE, la baja calidad del empleo y los denominados » fuga de cerebros».
¿Cuáles son las posibles contramedidas según Giangrande? «Aumentar los salarios, limitar los contratos de duración determinada, como se ha intentado en España, invertir en conocimientos y habilidades, dejar de limitar la inmigración con leyes tan restrictivas y, al mismo tiempo, limitar la emigración de jóvenes italianos». ¿Como hacer? “Con una gran intervención pública, por parte del Estado”. Ofrecer a las niñas y niños de Alisei, ya su generación, un país dinámico, moderno, respetuoso de derechos y con trabajo de calidad.
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