por Francesco Giappichi –
La noticia sorprendió no solo al mundo de los turoperadores, sino también a los numerosos aficionados de Cuba, repartidos por todas partes, empezando por Italia. A partir del 1 de noviembre, las visas para ingresar al país, la Tarjeta de Turista, tienen una vigencia de 90 días. Y serán prorrogables por otros 90, en la Oficina de Trámites del Ministerio del Interior, repartidos por todo el país, por un total de seis meses de estancia. Un cambio de rumbo decisivo respecto al pasado, donde los visados de entrada tenían una validez de 30 días, y solo podían prorrogarse hasta un máximo de tres meses. Después de eso, cualquiera que quisiera quedarse en la Isla Grande por más días tendría que abandonar el país, tal vez regresar unas horas más tarde. Todos los trámites que someten al viajero extranjero a una presión importante. Así, un hipotético aspirante a inversor, para una estancia apenas superior a un mes, aún tendría que someterse a un tercer grado, por parte de las autoridades de inmigración. Los de una nación donde, por cierto, las libertades civiles han sido cercenadas durante décadas. Todas dinámicas tragicómicas pero bien descritas por el escritor (y empresario) Milco Fasano, en su blog “Cuba; una isla al sol»: ‘Nunca me ha pasado pero hay algunos que han perdido medias jornadas, a algunos les han negado una prórroga, digamos que se les ha subido un poco en la cara, si estuvieras en la bolas al oficial de turno o te moviste en sentido contrario te podía negar la prórroga y te tenías que ir a casa’ inmediato, para sacudir los flujos de entrada de turistas: sí, porque el aproximado de un millón de entradas, que se registraron entre enero y septiembre de 2022 , no satisfizo a las autoridades de la Isla. Inicialmente se había fijado una meta inalcanzable de dos millones y medio de turistas, para luego rebajar sus ambiciones a un millón 700 mil, dada la compleja situación económica mundial. Los visitantes extranjeros fueron, en orden, Canadá, Estados Unidos, España, A. Alemania y Rusia: todas naciones afectadas, aunque de diferente manera, por el estallido de la inflación o por el conflicto en Ucrania (datos publicados por la Oficina nacional de estadísticas e información de la República de Cuba – Onei). Sin embargo, algunos analistas señalan que la inesperada medida representa también una reacción al capó de aislamiento en el que se ha hundido la isla: una cuarentena de facto, que se puso de relieve con la reciente celebración del 60 aniversario de la “Crisis de Octubre”. , un período durante el cual Cuba estuvo en el centro del mundo, y se ve constantemente exacerbado por el embargo estadounidense. El conocido bloqueo, que opera en conjunto con la disposición que define a la isla como «estado patrocinador del terrorismo», no sólo asfixia las alas de cualquier iniciativa empresarial extranjera, sino que vuelve ineficaz la liberalización, tan torpe como el ‘uno quiere’. , pero ahora una adquisición dada de la «casta tardía». Una política que, además, hace apenas unos días fue condenada por el voto casi unánime de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Los únicos votos a favor fueron, de hecho, los de Estados Unidos y (por razones históricas) Israel; mientras que las únicas abstenciones provinieron de Brasil y Ucrania liderados por los bolsonianos, que respondieron así a la votación similar en el Caribe sobre la invasión rusa.
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