“Miles de personas salieron hoy a las calles de medio centenar de ciudades españolas para exigir un cambio de modelo político y social”. Con estas palabras el presentador del informativo de televisión RTVE, la televisión nacional española, anunció la tarde del 15 de mayo de 2011 las manifestaciones que habían tenido lugar esa tarde en Madrid y en muchas otras ciudades del país. Sólo lo hizo hacia el final del informativo televisivo, sin un reportaje dedicado. La noticia se abría con la información sobre el terremoto de Lorca y con la campaña electoral para las elecciones locales del 22 de mayo, que estaba a punto de finalizar. Luego se centró en las manifestaciones de los dos únicos partidos que entonces competían por el poder a nivel nacional: el Partido Popular (PP), liderado por Rajoy, y el Partido Socialista (PSOE), liderado por el presidente del Gobierno de la época, Zapatero. Nadie podría haber imaginado que ese día nacería la chispa que pondría fin al sistema basado en el “bipartidismo”.
À Madrid, l’après-midi du 15 mai était une journée presque d’été, et dans le cortège bruyant qui traversait les grandes avenues bordées d’arbres du centre, on pouvait voir une génération très inquiète pour son avenir, en colère contre el presente. Hubo muchas consignas contra los bancos y la austeridad, las habituales banderas republicanas ondearon en las protestas de izquierda en España, pero también hubo muchas movilizaciones que se acercaban por primera vez. La situación era dramática: 50% de desempleo entre los jóvenes, sin oportunidades para la que se consideraba la generación más educada y mejor preparada. Había una gran frustración con un sistema político estancado en el “bipartidismo” y con el gobierno de Zapatero que había iniciado profundos recortes en el gasto público en los últimos meses.
La procesión madrileña entró ruidosamente en la Puerta del Sol, donde se leyó un manifiesto, luego muchos participantes regresaron a sus casas: sólo al día siguiente se enteraron de que algunos manifestantes habían permanecido dormidos en la plaza, acampados al pie de la gran plaza. estatua de Carlos III. A partir de ese momento, de manera rápida y tumultuosa, la movilización no dejaría de crecer, llegando a ocupar plazas en otras ciudades españolas y, con su fama, más allá de los Pirineos. Atraídos por las asambleas horizontales, por la ausencia de siglas políticas o sindicales preexistentes, participaron personas de todas las edades. Muchos nunca habían participado en movimientos anteriores y se codeaban con activistas más experimentados, algunos de la era de la alterglobalización. “Indignados”, fueron llamados inicialmente (en referencia al exitoso panfleto Estar indignado, de Stéphane Hessel). Con el tiempo, quedará claro que este movimiento, que tenía mucho en común con la «Geraçao à rasca» que salió a las calles de Portugal unos meses antes, no sólo expresaba indignación y enfado: planteaba las bases de una nuevo movimiento. espacio de la democracia. Así se encontraron lado a lado diferentes generaciones, niños con los que lo fueron al final de la dictadura franquista.
Un aspecto que atrajo a quienes se unieron a esta revuelta fue su imaginación y creatividad en la comunicación. Bajo las improvisadas tiendas de campaña de la Puerta del Sol, se difunde por Internet la historia de un movimiento más complejo que la imagen simplificada presentada por los medios de comunicación. Floreció la “contrainformación” y quizás no sea casualidad que, unos meses después, aparecieran en España nuevos periódicos que enriquecieron el panorama editorial. El 15M también dio lugar a una enorme producción de libros y películas y repercutió en el panorama musical.
El 22 de mayo, una semana después de esta primera marcha multitudinaria, el PP ganó las elecciones locales, antesala de lo que sucedería en noviembre con las generales ganadas por Rajoy. Comenzará entonces una enorme ola de movilizaciones, que se prolongará hasta 2014, y que reunirá la exuberancia de la revuelta del 15M: las “Mareas” en defensa de la educación y la salud pública, las “Marchas de la Dignidad”, la “Rodea el Congreso”. Justo cuando el movimiento contra los desalojos se estaba volviendo decisivo, también lo era la lucha por cambiar las regulaciones hipotecarias y frenar el poder excesivo de los bancos. Incluso la vivacidad del movimiento feminista español, que condujo a las grandes movilizaciones del 8 de marzo en Europa en 2018 y 2019, y a los recientes movimientos climáticos, no puede explicarse del todo si no miramos el espíritu de esta primavera de diez años.
En un mes de mayo de 2021 más fresco que entonces, la ausencia de turistas se deja notar hoy en la Puerta del Sol tras catorce meses de pandemia, y el riesgo es que la nueva crisis provocada por la emergencia sanitaria esté dominada por la derecha populista . Así quedó claramente demostrado con los resultados de las elecciones autonómicas celebradas en Madrid el pasado 4 de mayo, que supusieron también el adiós a la política de Pablo Iglesias, líder de este partido, Podemos, nacido precisamente a raíz del 15M.
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