«Tú en Marruecos, Desokupa en Moncloa», rezaba una pancarta colgada durante mucho tiempo en el centro de Madrid, mientras una empresa dedicada al desahucio de morosos e inquilinos decide dictar una rotunda orden de desalojo al presidente del Gobierno socialista, proponiendo como ¿Una alternativa improbable? Porque Desokupa es cada vez menos una empresa privada del “sector de seguridad” y cada vez más una extraña “entidad política privada”. El especialista de la nueva derecha Jaime Bordel la define como una “empresa híbrida”.
Ya en mayo, Desokupa se manifestó contra Ada Colau, culpable de no haber desalojado El Kubo y la Ruïna, dos propiedades ocupadas en el distrito de Sarrià, uno de los más ricos de Barcelona. La iniciativa permitió a la derecha desviar la atención de los altos alquileres y la escasez de viviendas sociales al “flagelo de las ocupaciones”; Las regiones de Madrid, Murcia y Galicia, gobernadas por la derecha, se subieron a la ola instalando teléfonos «anti okupa», a los que nadie recurre. Por otro lado, desde 2013 se han llevado a cabo 500.000 desalojos en España, de los cuales 38.000 sólo para el año 2022.
DESOKUPA Ya no es la única empresa dedicada a la liquidación de viviendas ocupadas, el sector ciertamente está creciendo, pero nadie más busca tanta visibilidad mediática. La empresa ofrece merchandising variado y su jefe se ha convertido en un influencer popular; Canales de televisión como Antena 3 o La Sexta le invitan a programas de entretenimiento y en ocasiones documentan en directo, con gran énfasis, las hazañas del vigilante. ¿A qué apunta esta agresiva campaña de marketing? Multiplicar contratos y ganancias, permitiendo a Desokupa conquistar nuevos territorios; amplificar los clásicos lemas de “ley y orden” de la derecha; labrarse un papel político colateral en el PP y Vox. Esto ha aumentado tanto la popularidad de su propietario, Daniel Esteve -dicen algunos analistas- que le ha permitido entrar en política, aunque hasta ahora se ha limitado a apoyar a determinados candidatos de Vox.Daniel Estève, su jefe, aparece a menudo en la televisión para hablar de sus hazañas como justiciero.
El catalán se ha ganado una “reputación” en la red dedicándose durante años a difundir noticias falsas y mensajes racistas y homofóbicos; presenta su trabajo no como servicios profesionales, sino como un servicio a la comunidad. En esta historia, Desokupa ayuda a restaurar el orden y la seguridad de aquellos cuya propiedad ha sido violada, ahuyentando a las “personalidades antisociales”, denunciando la ineptitud de las administraciones “rojas” y apoyando a la policía. Antes de recurrir a los desalojos extrajudiciales, este hombre de 53 años trabajó como portero de un club nocturno y se dedicó al boxeo. A finales de la década de 2000, se unió a una empresa de cobro de deudas, haciéndose pasar por un inmigrante ruso. Fue arrestado dos veces, pero las acusaciones (conspiración criminal, lesiones y amenazas) no dieron lugar a un juicio. Luego, en 2016, se puso en marcha por su cuenta e inventó Desokupa.
SUS “OPERADORES” son porteros, entusiastas de las artes marciales, a veces ex convictos y, a menudo, activistas de organizaciones nazis ibéricas o de Europa del Este. Los matones se hacen pasar por representantes legales de la propiedad o mediadores, o incluso abogados y policías. Normalmente, músculos y tatuajes claramente visibles, rostros siniestros y una agresividad ostentosa convencen a los okupas y ocupantes por necesidad a ceder en la primera visita, acompañados de una oferta de mil euros. De lo contrario, comienzan las amenazas, luego los robos y los ataques. A veces, las fotos del okupa objetivo terminan en los perfiles sociales de Esteve, con su dirección y número de teléfono adjuntos.
DEVOLVER propiedades a clientes (pequeños propietarios o fondos buitre que acaparan viviendas) se aprovechan de un vacío legal. En ocho años, Desokupa ha recibido 28 denuncias e investigaciones, pero ni una sola condena. Unidas Podemos presentó un proyecto de ley destinado a perseguir a las empresas que “se dediquen a perseguir, amenazar e intimidar a personas vulnerables”. Pero la votación anticipada pospuso todo hasta la próxima legislatura, suponiendo que hubiera una mayoría progresista en las cámaras.
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