El atraque en Valencia del barco Aquarius, con 629 refugiados a bordo, puede marcar el El punto de inflexión de España en las políticas de acogida inmigrantes. Y Francia también hará su aportación: la viceprimera ministra española, Carmen Calvo, anunció que París colaboraría en la acogida de los inmigrantes presentes en el barco. Calvo, encargado de coordinar la recepción, aceptó la propuesta presentada por el gobierno francés, tras una reunión con el embajador de Francia en España.
El presidente Pedro Sánchez agradeció al presidente francés Emanuel Macronsubrayando que es la cooperación “con lo que Europa debe responder”. El nuevo presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, dijo e hizo algo de izquierdas. Quizás por oportunismo político, quizás para mantener a raya a los activistas de Podemos necesarios para su gobierno minoritario, quizás por ingenuidad, como acusa la vieja guardia del partido, esperando su deslizamiento hacia la escena europea.
Pero mientras tanto, Sánchez tiene listo un (costoso) plan para reintroducir la atención médica gratuita para todos, incluso para los inmigrantes indocumentados. Y prometió que “haría todo lo posible” para quitar el alambre de púas encima de las barreras que rodean los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, que los separan de Marruecos.
La línea dura de España
Durante años, los gobiernos de Madrid han adoptado políticas de cierre en lugar de bienvenida. Y ello, aun cuando España es un país históricamente acostumbrado a recibir flujos procedentes de África y América Latina. En la década de 2000, la inmigración ilegal a Europa se produjo frente a las costas marroquíes, procedente de las Islas Canarias. Posteriormente, las rutas se centraron en Andalucía, la región más meridional del país, accesible desde Marruecos entrando en Ceuta y Melilla. Es en esta fase, luego con el agravamiento de la crisis económica, cuando la cuestión de los inmigrantes comienza a sentirse en España, aunque nunca llegue al extremismo racista de otros países. Esto también se explica por la ausencia total de partidos xenófobos o de extrema derecha. Sin embargo, Madrid respondió con un sistema policial y acuerdos con gobiernos africanos con el objetivo declarado de bloquear los flujos migratorios en su origen.
Flujos migratorios hacia España
Las llegadas de refugiados a España nunca han alcanzado las alturas alcanzadas por Italia y Grecia en los últimos años. En 2014 llegaron al país alrededor de 4.600 migrantes, en 2015 aumentaron a 5.200, en 2016 aumentaron a 8.100 y en 2017 se alcanzó el máximo con 22.000 ingresos. A partir de entonces, el flujo migratorio mediterráneo se convirtió también en una cuestión política en España. Además, desde 2017, mientras en Italia y Grecia el número de desembarcos empezó a descender, en España ha aumentado de forma constante. Tanto es así que desde principios de 2018 hasta el pasado mes de mayo, los tres países -según datos de ACNUR- presentan cifras muy similares: 15.000 llegadas a Italia, poco más de 12.000 las registradas desde Grecia y España.
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