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El Parlamento español se reunió por primera vez el jueves en Madrid, tres semanas después de las elecciones legislativas de finales de julio en las que ninguna coalición logró obtener la mayoría suficiente para formar gobierno. En la reunión, la socialista Francina Armengol fue elegida presidenta de la Cámara, gracias a un acuerdo entre el Partido Socialista (PSOE) y Junts per Catalunya (llamado simplemente Junts), un partido independentista catalán de centroderecha. El voto de Junts a Armengol es especialmente importante porque hace más probable que el partido catalán también apoye a la coalición de izquierdas para la formación del nuevo gobierno, evitando así nuevas elecciones.
De hecho, la situación actual entre las coaliciones de izquierda y derecha es perfecta: la mayoría absoluta en el Congreso del Parlamento español es de 176 escaños y los dos partidos suman 171. La coalición de izquierda está formada por el Partido Socialista (PSOE), por el partido de izquierda radical Sumar y por algunos pequeños partidos regionales vascos y catalanes. La coalición de derecha está formada por el Partido Popular (PP) y el partido de extrema derecha Vox. Con esta configuración, los dos principales candidatos a presidente del Gobierno (Pedro Sánchez del PSOE y Alberto Núñez Feijóo del PP) cuentan cada uno con 171 votos.
Dos partidos quedan fuera de estas formaciones: el pequeño Coalición Canaria, que sólo tiene un diputado, y Junts per Catalunya, liderado por el histórico líder catalán Carles Puigdemont. Puigdemont fue gobernador de Cataluña durante el referéndum ilegal sobre la independencia de 2017, y por ello fue perseguido por la justicia española: actualmente se encuentra exiliado en Bélgica, en Waterloo, para escapar del arresto.
Las elecciones de julio convirtieron a Puigdemont en el factor determinante: él y Junts decidirán si habrá gobierno en España o si habrá nuevas elecciones. Los siete diputados de Junts, sumados a los 171 de los que ya disponen las dos coaliciones, permitirían superar la mayoría absoluta de 176 escaños.
Es impensable que Junts pueda apoyar a la coalición de derechas: los extremistas de Vox, en particular, han hecho de la represión de las demandas autonomistas catalanas una de sus promesas electorales más importantes. Todas las negociaciones se desarrollan entre Junts y la coalición de izquierdas de Pedro Sánchez, que se ha mostrado muy cercano a las fuerzas catalanas en los últimos años y que ya cuenta con el apoyo de otro partido autonomista de centro izquierda, ERC.
Las negociaciones entre Junts y Sánchez son muy complicadas, pero la votación del jueves por la mañana a favor de Armengol, que siempre ha tenido posiciones bastante abiertas hacia los movimientos regionales españoles, da esperanzas de que se forme una mayoría de gobierno también con el independentismo catalán.
Sin embargo, la situación mantiene cierto grado de incertidumbre. Entre los diversos líderes independentistas catalanes, Puigdemont fue a menudo el más maximalista y opuesto a cualquier acuerdo con el establishment nacional español, tanto de derecha como de izquierda. Durante la pasada legislatura, los diputados de Junts votaron en contra en el voto de confianza a Sánchez y prácticamente nunca apoyaron sus propuestas legislativas. El miércoles en X (el viejo Twitter), Puigdemont escribió que todavía hay «una desconfianza profunda, basada en hechos reales».
Los puntos cardinales de nuestra posición no han cambiado, para mí las presiones son las corredisses para dar ahora que hola hagi, los pocos insultos que están descontrolados. En otras palabras: no hay confianza en los partidos políticos españoles, todas las precauciones son insuficientes y las promesas no pueden cuestionarse…
— krls.eth / Carles Puigdemont (@KRLS) 16 de agosto de 2023
La información sobre las negociaciones entre Junts y la izquierda es todavía bastante vaga, pero casi todos los periódicos españoles coinciden en que Puigdemont presenta exigencias ambiciosas. Entre ellos, le gustaría que todos los que participaron en el juicio del referéndum catalán fueran amnistiados y que el catalán se convirtiera en una de las lenguas oficiales del Parlamento español. Aún no sabemos cómo reaccionará Sánchez, que ya había hecho algunas insinuaciones durante la pasada legislatura. Entre otras cosas, había indultado a los líderes independentistas encarcelados en España (pero no a Puigdemont, que había escapado) y había eliminado efectivamente el delito de sedición del que se acusaba a los líderes catalanes.
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