Hay un lugar donde el verde más profundo se encuentra con el azul más profundo, donde la naturaleza intacta crea escenarios celestiales entre arena blanca, dunas de arena, bosques densos y ríos caudalosos. Hay un lugar donde caminos centenarios conectan tradiciones milenarias con tendencias vanguardistas, ermitas inaccesibles y pueblos con encanto. Existe un lugar que encarna el «Espíritu del Norte» de la Península Ibérica: un lugar alejado de estereotipos, un lugar para desconectar, respirar aires nuevos y diferentes y finalmente encontrarte contigo mismo. Un lugar para caminar por los caminos de la historia y la fe, para descubrir el arte y la naturaleza, para perderse en sabores y aromas. Así es la España Verde, una región única que ofrece itinerarios inolvidables entre playas vírgenes, pueblos milenarios y grandes parques naturales del norte de España, entre el País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia.
Es un territorio, la España Verde, donde vivir experiencias que te cambiarán la vida: empezando por el Camino de Santiago, que, en una de sus variantes más bellas y apasionantes, el «Camino du Nord», une y atraviesa las cuatro regiones del norte a lo largo de 824 kilómetros y 33 etapas desde Irún, en el País Vasco. Una ruta milenaria que la UNESCO ha declarado Patrimonio de la Humanidad y que cada año recorren miles de peregrinos a través de increíbles escenarios naturales y lugares ricos en historia, disfrutando de una hospitalidad extraordinaria entre mesones, masías, paradores (edificios históricos como castillos, monasterios o fortalezas transformados en estructuras de acogida) y hoteles, para llegar al destino final del viaje, Santiago de Compostela, ciudad gallega donde se guardan los restos mortales del apóstol Santiago el Mayor.
Un camino que, aunque sin duda nace como un camino de fe, de búsqueda espiritual y de sentimiento religioso, también puede afrontarse con un espíritu diferente: con un sentimiento de desafío personal o deportivo, o con el descubrimiento del arte, la historia, la naturaleza, la cultura y la tradicion. Porque el Camino se puede recorrer de diferentes maneras: para obtener la Compostela (certificado que acredita la realización) es necesario justificar haber recorrido al menos 100 kilómetros a pie oa caballo o 200 en bicicleta. O, desde 2016, incluso con 100 millas náuticas (182 kilómetros) en un velero. Pero nada nos impide viajar aunque sea un poco, o utilizar otros medios, en busca y descubrimiento no de una empresa sino de algo diferente, dentro o fuera de uno mismo.
Sea cual sea el medio de transporte elegido, el Camino de Santiago siempre ha sido el «viaje de la vida»: un camino de paz y tranquilidad en contacto con la naturaleza, entre paisajes montañosos y cursos de agua, playas y vertiginosos acantilados, espesos bosques y praderas sin límites, a través de lugares ricos en historia y ciudades llenas de vida. Partiendo de Irún, primera etapa ineludible del «Camino del Norte», luego, todavía en el País Vasco, Donostia/San Sebastián, que debe su fama no solo a sus pintorescas playas, sino también a sus numerosos restaurantes con estrellas de renombre mundial. completo. el mundo. Y luego, de camino, en Cantabria, merecen una parada Santander y el monasterio de Santo Toribio de Liébana en el municipio de Camaleño, cuarto lugar sagrado de la cristiandad desde la Edad Media y última etapa del Camino Lebaniego: por dentro es el Lignum Crucis, el mayor trozo conservado de la cruz de Cristo.
Una vez en Asturias merece una parada Ribadesella, localidad donde la parte medieval se encuentra y se funde con la arquitectura modernista: aquí se alza la cueva de Tito Bustillo, joya del arte rupestre europeo. Oviedo es también muy importante con su Catedral del Santísimo Salvador, que ha sido a la vez punto de llegada del camino de San Salvador y punto de partida del camino primitivo desde su apertura en el siglo IX (por el rey Alfonso II El Casto). Luego, de paso por Galicia, Mondoñedo, en la provincia de Lugo, es una visita obligada: la ciudad, que se levanta en un amplio valle que se abre hacia el mar Cantábrico, tiene un casco histórico declarado bien de interés cultural con su imponente catedral neoclásica. . Y aún en Galicia en Arzúa, a 40 kilómetros de la última etapa, se dan cita los peregrinos del Camino Francés.
Y luego, al final del Camino, Santiago de Compostela: una ciudad donde se palpa el aura de espiritualidad y donde el aire que respiramos tiene algo de mágico. Gracias también a la majestuosa catedral en la que descansan los restos del apóstol: construida a partir de 1075 y consagrada en 1211, es el punto de convergencia de todos los Caminos, centro neurálgico y espiritual hacia el que parten todos los que parten. Una ciudad, la de San Giacomo, que parece suspendida en el tiempo y que es capaz de ofrecer una experiencia única gracias a sus tesoros artísticos y religiosos, pero también a la vivacidad de sus locales y la calidez de sus habitantes.
A lo largo de la España Verde, sin embargo, todo el mundo -peregrino o turista- puede descubrir y vivir muchas otras experiencias inolvidables: panoramas impresionantes, paisajes majestuosos, actividades deportivas imposibles en otros lugares o descubrimiento de la gastronomía. Quien en la España verde es casi una religión, y quien -desde el restaurante estrellado hasta la trattoria de pueblo- ofrece especialidades capaces de satisfacer todos los gustos: pescados del Cantábrico y del Atlántico a la vieja receta de la fabada asturiana, desde los famosos pintxos a la mariscada Galiziana, pasando por platos de venado y jabalí de Cantabria, finalizando con dulces típicos como la quesada pasiega cántabra y, al final del Camino, la torta de Santiago a base de almendras, azúcar y huevos.
Un viaje, el de la España verde, del que vuelves cambiado y completamente renovado, tanto si has hecho el Camino de Santiago como si la elección ha sido más turística. Y tanto si eliges primavera como verano, otoño o invierno, la España verde siempre sorprende. Para más información, el sitio está disponible https://www.ingreenspain.es/it/home-it.html.
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