Por Jacopo Bononi-presidente
Le pasa a leer cualquier cosa en estos días calurosos, cuando la mayoría de nosotros estamos ocupados con nuestras tareas, que están en el centro de la vida económica y cultural de la isla. Así que son bienvenidas las salidas agradables y bien escritas de aquellos que y se nota que no se han perdido buenas lecturas y por lo tanto se producen en piezas cautivadoras, donde la ironía parece ser la maestra. No sé decir cosas buenas o malas del tipo ‘marinero’ o mejor podría decir, pero se lo dejo a los que mejor que yo parecen estar tan pendientes de destripar. Sin embargo, me parece que al grupo de los » buenos» costados marinos con el fin de que el naciente auge económico inicie actividades tan florecientes que, cincuenta años después, continúan y aún resisten crisis económicas y sistémicas, pandemias, crisis geopolíticas internacionales y sigo aquí en la Armada para ‘dormir y comer bien’. bien’, a menudo con los herederos directos de estos pioneros todavía al mando. En cambio, el tenor es diferente si escribes: ¿Quiénes se lucen en la fiesta presentándolos como seguidores de James Joyce e Italo Calvino (pero también de sus Brignetti)? Federico Moccia y Fabio Volo (y lamentablemente esto no es broma). Porque al Marinese no le interesa la calidad cultural, solo hablar de sus cálidas amistades. Que es otra manera, ¡ay!, de pasar de la noble cultura popular al yugo mundano de moda. Antes de hablar de nosotros, permítanme un rápido «excurso» sobre este «cuento de hadas» de amistades de gatos y canciones de compañía. Si hablamos de la época relacionada con los actos organizados en su momento por el entonces alcalde, Pasquale Berti, cualquiera debería decir «sombrero» por el nivel y el clamor que tenían estos actos culturales, sean o no ilustres políticos de la época. menos que el Rey de España, pero fueron innumerables los encuentros culturales que promovió el alcalde de la época y no sólo la armada sino todo el Elba debería estarle agradecido. La misma tradición continuó con los siguientes alcaldes, a saber, el difunto Dr. Martini y recientemente con Andrea Ciumei, quienes, como pude comprobar personalmente, apoyaron eventos y manifestaciones de alto nivel, como el “Elba jazz” o el festival Peter Pracht en el mar, que aún hoy se recuerdan como hechos únicos en la isla de Elba. Por último, añadimos la incansable actividad de la queridísima Marilena Poletti Pasero con quien colaboro desde los años 90 del siglo pasado y que a través de sus Encuentros con el Autor ha traído personalidades de la cultura y el periodismo italiano e internacional. También recuerdo la igualmente gran profesionalidad de Anna Corradini Porta quien, durante varios años, primero con el “Premio de Periodismo del Archipiélago Toscano” y luego con otros eventos frecuentes, entretuvo al público marino y albanés con excelentes resultados. En definitiva, si tuviéramos que sopesar con espíritu crítico pero objetivo el conjunto de iniciativas culturales marinas de los últimos cincuenta años, tal vez podríamos discutir los detalles, pero no encontraríamos nada más alejado del ‘bifolcaggine’, incluso reflexivo. En nuestro tiempo, las iniciativas culturales de Acqua dell’Elba, fruto de la preparación y sensibilidad de Fabio Murzi en primer lugar, no dejan lugar a dudas de la misma manera que las impulsadas por Gulliver Arte de Lorenzo Anselmi o por la infatigable y culta Patrizia Lupi. Ahora venimos a nosotros. Nuestras iniciativas se remontan a esa parte de los Encuentros con el Autor ya mencionados que eran más un «nicho» por así decirlo y que por ello se realizaban en el jardín del hotel y en el que estuvieron Ernesto Ferrero, Noemi y Emerico Giachery, Gaspare Barbiellini Amidei, Manrico Murzi y mi tío Loris Jacopo Bononi, por nombrar algunos, que creo que son los responsables de todo, pero que ciertamente no forman parte de una especie de “cultura cool”. De hecho, cada uno de ellos dejó una huella importante en la cultura italiana y más allá. Luego vino el premio La Tore y recientemente el regreso del premio Strega a Elba. El primero nació en 2005 por iniciativa de Franco y Lucía Semeraro que inventaron un premio ese año, al que primero colaboré amistosamente y luego directamente a partir de 2008, que en dieciocho ediciones contó con la participación de personalidades de la talla de Camilleri, Vitali o Daverio por no hablar de ilustres personajes públicos como Veltroni o la actual ministra de Cultura Franceschini como escritores, haciéndose eco de la tradición que considera a Marciana Marina la «capital cultural de la isla». Por último, Lo Strega all’Elba, buscada por la nunca olvidada Anna Maria Rimoaldi, Poggese de adopción, que decidió, por alguna razón, organizar su showcase del ganador de su ilustre premio Navy y que con su ‘alumna’ y heredera de la Fundación Bellonci Stefano Petrocchi informamos, gracias a Franco Semeraro, hace tres años con gran éxito, me parece que no necesita comentarios. Por último, permítanme romper una lanza para los «pobres» Moccia y Volo: de una manera diferente pero similar, representan esa «cultura popular» en la literatura que vende millones de libros a las editoriales que los publican. . Autores que también puedes encontrar en Autogrill, por supuesto, pero que han representado y son amados por una gran parte de los lectores italianos que nuestro premio, muy lejos de la «cultura genial» de la que hablamos y leemos, tiene el honor de representar.
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