Habían llegado a Italia en marzo como huéspedes del Convento de las Monjas Misioneras de la Infancia en Vigor: veinte civiles ucranianos, entre ellos niños y jóvenes, que huían de las atrocidades de los hechos bélicos que estremecieron el corazón de Europa y sus vidas privadas. Durante estos cinco meses, las monjas las acogieron con amor en las habitaciones de su convento en los montes Sibilinos, ofreciéndoles cobijo y un lugar de paz. Gracias a las monjas, estas personas ahora han encontrado la esperanza y parten hacia nuevos destinos: alguien ha decidido quedarse en Italia, otro aventurarse en otros países, como España o regresar al combate. Sor Cristina, todavía emocionada, dice: “Actuamos sabiendo que sería una experiencia compleja y exigente. En los últimos meses, la sinergia que se ha creado entre nosotros ha sido fundamental. Todos han hecho su parte, en las diferentes responsabilidades y tareas. juntos hemos trabajado para que la estancia de los refugiados fuera tal que les quitara el miedo a la guerra ya las dramáticas noticias que seguían llegando de Ucrania. Ahora que la situación parece más tranquila, estamos felices de que puedan estar más cerca de su tierra, donde tienen sus raíces y muchos aún tienen fuertes lazos familiares. Quisiera agradecer a las personas y los voluntarios que se pusieron a disposición para hacer que esta estancia sea pacífica. Aprovecho para agradecer a Caritas de San Benedetto y Adriano Mecozzi que nos dieron un pequeño aporte, nosotros tenemos el resto Lo hicimos Con un poco de nostalgia, los recibimos con el deseo más importante de nuestro corazón: que la guerra termine pronto. o y que estas personas puedan volver poco a poco a una vida normal»»
“Después de cinco meses nos amamos y brotaron algunas lágrimas al saludarlos -subraya sor Cristina-. Pasamos muchos momentos agradables y también momentos de preocupación por lo que estaba pasando, pero cuando compartimos las dificultades las emociones adquieren otro sabor. “Esta acogedora experiencia deja una huella: lo hicimos todo solos a pesar de las dificultades económicas y estamos orgullosos de ello”. «Fui forastero y me acogisteis», la palabra de Jesús que bendice a quien acoge a los forasteros, la palabra que sor Cristina y sus hermanas han hecho suya, una importante lección de amor para todos.
María Grazia Lappa
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