De repente su voz se quiebra. El micrófono amplifica una respiración entrecortada y Piazza Mignanelli se llena de un silencio irreal. Papa Francisco difícil de recordar lágrimas frente a la columna de mármol de la Virgen. Acto seguido, reanudó la lectura de la oración que había preparado para la fiesta de la Inmaculada Concepción: “Virgen Inmaculada, hoy me hubiera gustado traerte la acción de gracias del pueblo ucraniano por la paz que desde hace mucho tiempo pedimos al Señor. En cambio, debo presentarles nuevamente la súplica de los niños, los ancianos, los padres y madres, los jóvenes de esta tierra torturada. Pero en realidad todos sabemos que estás con ellos y con todos los sufrimientos, como lo estabas en la cruz de tu Hijo».
Encomendamos a la intercesión de la Madre de Dios el deseo universal de paz, especialmente para la atormentada Ucrania, que tanto sufre. Con la ayuda de Dios, la paz es posible; el desarme es posible. Que Nuestra Señora nos ayude a convertirnos a los planes de Dios.
— Papa Francisco (@Pontifex_it) 8 de diciembre de 2022
Alrededor si el papa tiene el vicario de la diócesis de Roma, el cardenal Angelo De Donatis y el alcalde de la ciudad, Roberto Gualtieri, quien los saluda con mucho cariño. Las barreras están luchando para contener a los reunidos para capturar la imagen del Papa con sus teléfonos celulares y rezar con él.
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El pensamiento del Papa se dirige entonces a los romanos y sus labores cotidianas. Esta vez, la advocación a la Virgen se refiere a las muchas personas que están sufriendo la crisis económica, la falta de trabajo o de vivienda. “Les traigo las inquietudes de familias, padres y madres que muchas veces luchan para llegar a fin de mes en el hogar, y que enfrentan pequeños y grandes desafíos todos los días para salir adelante. En particular, os encomiendo a los matrimonios jóvenes, para que mirándote a ti y mirando a San José, afronten la vida con valentía, confiando en la Providencia de Dios”.
La ceremonia no dura mucho, media hora en total. Francesco intenta dar unos pasos con el bastón para admirar la gran cantidad de flores que los fieles han depositado al pie de la estatua de la Virgen. En la silla de ruedas, no dejó de saludar a los Unitalsi enfermos que lo esperaban en fila. Se acercó a ellos con ternura. Ahora, el dolor en la rodilla ya no le permite estar mucho tiempo de pie, subir escaleras o caminar solo, ni siquiera en distancias cortas. Antes de volver a subirse a su pequeño automóvil (un Fiat 500 blanco), le confía a la periodista española Eva Fernández un mensaje: “esta guerra es una derrota para toda la humanidad. sufro mucho»
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