por Carmine Stabile –
El Magreb es una vasta región semidesértica que mira al Mediterráneo y que comprende Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Mauritania, el Sáhara Occidental y finalmente los territorios de España, divididos a su vez en grandes y pequeños. Entre los territorios principales encontramos: Ceuta y Melilla, mientras que entre los territorios menores se encuentran: las Islas Alhucemas, las Islas Chafarinas y la península rocosa Peñón de Vélez de la Gomera. La aglomeración de estos estados forma parte de lo que se denomina «Jaziret el-Maghrib», es decir, la isla del Magreb.
Entre los principales estados interlocutores que juegan un papel adyacente a Europa se encuentran Túnez, Argelia y Marruecos.
Estos tres estados fueron considerados durante años países de emigración, caracterizados por una migración económica transfronteriza, tanto del tipo magrebí como subsahariano. El repunte de la migración a Europa se produjo a raíz del conflicto desencadenado por el golpe de Estado de 2002 en Costa de Marfil, que provocó la llegada de unos dos millones de trabajadores extranjeros.
Las fronteras del Magreb africano siempre se han inclinado ante Europa, intentando acercarlas a la legislación europea. A partir de 1976, Europa implementó una serie de transformaciones, que permitieron una transformación fluida de las relaciones con los socios mediterráneos. Estos cambios se implementaron tras la firma de tres acuerdos de cooperación, que llevan el nuevo paquete de “Política Mediterránea Global”, cuyo objetivo era apoyar la cooperación global entre las partes para ayudar a consolidar las relaciones y el desarrollo económico y los interlocutores sociales del Mediterráneo.
Los acuerdos vieron como protagonistas a los tres Estados símbolos del «Jaziret el-Maghrib». Marruecos firmó el tratado el 25 de abril de 1976, Túnez el 26 de abril de 1976 y Argelia el 27 de abril de 1976. Los tres tratados entraron en vigor en 1978.
El nacimiento efectivo de la Asociación Euromediterránea se concretó oficialmente en 1995, cuando se celebró en Barcelona la primera Conferencia Euromediterránea de Ministros de Asuntos Exteriores, lo que supuso una nueva apertura en las relaciones con los países del Magreb. Entre los objetivos de la asociación también está el objetivo de fortalecer la cooperación, particularmente en el tema de la migración, mediante la provisión de acuerdos de readmisión para la expulsión de inmigrantes irregulares.
Desde la última visita del primer ministro Giorgia Meloni a Túnez, en presencia del presidente tunecino Kaïs Saïed y la primera ministra Najla Bouden Ramḍān, parece que ha habido una disminución en los desembarques. Todo ello facilitado por el hecho de que Túnez en el frente interno adopta una doctrina muy rígida, regulada por la ley 198/1968 que actualiza la expulsión de inmigrantes irregulares. Esta ley es observada en particular por las leyes de 1975 relativas a la ley de visados y pasaportes, modificada por la ley de 2004 que prevé el pago de una multa coercitiva mensual por estancias irregulares. Además, Túnez reconoce 39 nacionalidades sin visa, entre ellas Italia y otros países africanos como: Malí, Gambia, Marruecos, Argelia, Burkina Faso y Mauritania.
El proceso de relaciones entre la UE y los socios mediterráneos se mantiene todavía en una situación de retroalimentación, intensificando la atención en el frente migratorio para evitar hechos mortales. La ventana del codesarrollo sigue abierta para ir más allá del modelo tradicional de “ayuda al desarrollo” de la Europa continental.
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