No hay lugar para la ultraderecha en España

Los resultados electorales hablan por sí solos: la operación hegemónica para normalizar el neofranquismo ha fracasado, a pesar de las palmaditas en la espalda del primo italiano post-Mssina

por Piedra rodante

Foto de A. Pérez Meca/Europa Press vía Getty Images

Según algunos observadores, serían las elecciones de Vox, las que habrían marcado la eliminación definitiva de la nostalgia franquista y la lucha contra el multiculturalismo y los derechos civiles. Y sin embargo nada ellos no pasaran: Abascal, Garriga y compañía tendrán que conformarse con sólo 33 escaños, demasiado pocos incluso para conseguir la mayoría absoluta y gobernar como apéndice del Partido Popular, que obtuvo 136 escaños, consolidándose como la principal fuerza política del país, como se esperaba. el país, pero obligado a buscar costas para ganar confianza.





En definitiva, las cifras hablan por sí solas: la operación de normalización hegemónica del neofranquismo ha fracasado. Los nacionalistas fracasaron de todos modos; una campaña electoral bajo el signo de la confrontación directa con la prensa «demasiado progresista» no fue suficiente y las palmaditas en la espalda del primo italiano post-missina, al final de la feria, no actuaron como un formidable detonador del soberanismo reprimido. discurso. demandas, por el contrario: consignas como «No al lobby LGBT, sí a la familia tradicional» y «Soy mujer, soy madre, soy cristiana, eso no me lo quitaréis» han sido rechazada por la gran mayoría del electorado español.

Por la tarde, el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, reivindicó su investidura como presidente del Gobierno y el derecho a gobernar el país, pero como decía al principio, mentía sabiendo que mentía. Las cifras no están de su lado: la única esperanza es entablar negociaciones con los partidos regionales más claramente de derechas, como el PDeCAT (4 diputados) y el PNV (6 diputados).

Por otro lado, los socialistas de Pedro Sánchez cantan la victoria gracias a un resultado inesperado: no sólo resistieron más allá de lo esperado, sino que incluso consiguieron dos escaños, alcanzando los 122. “El Partido Popular y el bloque de Vox han salido derrotados. Muchos más queremos progresar”, dijo Sánchez. Pero el camino no es nada difícil: numerosos partidos locales ya han anunciado que no apoyarán a Sánchez «gratis». Ahora podrían surgir dos escenarios: o Sánchez establece una nueva mayoría (difícil, pero no imposible), o corre el riesgo de caer en una «incertidumbre política» que llevaría a nuevas elecciones. A la espera de nuevos acontecimientos, sólo hay una certeza: en España, la extrema derecha es un fenómeno folclórico muy extendido.

Felipe Casado

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