Los ciudadanos españoles están llamados a votar el 28 de mayo en las elecciones municipales y autonómicas, cuyo significado, sin embargo, trasciende las elecciones locales: de hecho, de las urnas podrían salir señales importantes tanto para el gobierno socialista de Pedro Sánchez que para las oposiciones, en particular el Partido Popular. Cerca de 35,1 millones de españoles participarán en las votaciones de este domingo, lo que supone 243.446 votantes más que en 2019. Las elecciones autonómicas se celebrarán en 12 regiones (Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha , Comunidad Valenciana, Comunidad de Madrid, Extremadura, La Rioja, Navarra, Murcia y en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla) excluyendo Andalucía, Cataluña, País Vasco, Castilla y León. En el territorio nacional, se elegirán nuevos alcaldes en 8.131 municipios y 67.152 nuevos regidores, es decir, 142 más que en elecciones anteriores. Los colegios electorales estarán abiertos al público de 9 a. m. a 8 p. m.
Muchos observadores ven en este encuentro electoral un preámbulo a la disputa nacional prevista para finales de 2023 entre las distintas fuerzas políticas españolas. Sánchez se lanzó a la primera línea de la campaña electoral para movilizar a la base del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e intentar invertir la tendencia que revelan las encuestas publicadas en los últimos meses por los principales institutos de opinión nacionales que ven en el Partido Popular Partido (PP) como Alberto Núñez Feijoo por delante en unos 5 puntos porcentuales. El líder socialista parecería estar pagando, al menos por ahora, el desgaste fisiológico del principal partido gobernante, que se ha encontrado al frente del país en una prolongada crisis sin precedentes a nivel internacional, primero con la pandemia del coronavirus y luego con el estallido de guerra en Ucrania.
Durante la campaña electoral, Sánchez defendió las políticas progresistas implementadas por su ejecutivo frente a las “neoliberales” de los gobiernos populares. En este sentido, el presidente del Gobierno ha recordado la aprobación del salario mínimo interprofesional (Smi), el umbral mínimo de entrada, la reforma de las pensiones, el fondo extraordinario de cesantías (Erte) durante la pandemia del coronavirus, el impuesto a los beneficios extraordinarios de los bancos. y grandes empresas energéticas. Las elecciones de este fin de semana no sólo permitirán «fotografiar» el equilibrio de poder entre PSOE y PP antes del «gran choque» de final de año, sino también valorar los efectos políticos en el campo de centroizquierda desde la Entrada impetuosa de la plataforma Sumar lanzada por la ministra de Trabajo Yolanda Díaz. El año pasado, de hecho, la ministra preparó el terreno para el nacimiento de un proyecto alternativo a Unidas Podemos, largo tiempo en crisis de consenso, capaz de movilizar a partidos, movimientos y asociaciones a la izquierda de los socialistas. Para la formación Viola será una oportunidad fundamental para revertir la tendencia o para ver que el proyecto nacido a raíz de las protestas populares tras la crisis económica y financiera de 2008 ha agotado su función.
Por otro lado, para el PP, estas elecciones suponen el primer «empujón» hacia el «sanchismo» y su «modelo de gestión» de cara a las elecciones legislativas de finales de año. Sin embargo, según las principales encuestas, al margen de la Comunidad de Madrid donde parece muy probable la reconfirmación de la presidenta Isabel Díaz Ayuso por mayoría absoluta, en el resto de regiones la política de «pactos» con el partido soberanista Vox podría ser una «obligación». «Forma de obtener lo necesario para gobernar en varias regiones clave como Valencia (donde podrían tomar el relevo de los socialistas), Extremadura y Aragón. Para tratar de evitar en lo posible este escenario, en los últimos días de la campaña electoral, Feijoo invitó a los votantes de Vox y Ciudadanos (Cs), así como a los «desengañados» del Psoe, a «votar útilmente» para iniciar un verdadero proceso de cambio. Las declaraciones de Feijoo no fueron bien recibidas por el líder de Vox, Santiago Abascal. , que respondió diciendo que «la convocatoria de votos útiles es un síntoma de desesperación. Hasta el momento, las encuestas no han revelado un descenso significativo del partido soberano que, por el contrario, se afirmaría como la tercera fuerza política de España». dando testimonio de la «lealtad» de su electorado. Una alianza entre PP y Vox a nivel local no sería en absoluto una novedad absoluta. En marzo de 2022, de hecho, nació en Castilla y León el primer gobierno regional conjunto entre ambas formaciones que, pese a los frecuentes momentos de tensión, sigue manteniéndose firme. Por el contrario, más lamentables fueron las experiencias de Madrid donde, tanto en la región como en el municipio, Vox rompió con lo popular retirando todo apoyo externo. Si los partidos populares no obtienen la mayoría absoluta, la negociación con Vox promete ser decididamente compleja. De hecho, los líderes del partido de Santiago Abascal han dejado claro en reiteradas ocasiones que no están dispuestos a dar a los partidos populares un «cheque en blanco» para gobernar como ha ocurrido en el pasado, quejándose de que su generosidad fue «malinterpretada». en varias ocasiones. El resultado que salga de las urnas en las elecciones municipales de este fin de semana será una prueba de fuego para los dos principales partidos españoles y parece que tienen un sabor «plebiscitario» para el Gobierno de Pedro Sánchez. Un buen resultado permitiría a los socialistas afrontar con más confianza el último tramo de la legislatura, que también se caracterizará por la importante presidencia del Consejo de la UE. Por el contrario, en caso de una amplia victoria de los partidos populares en regiones y municipios clave, el partido de Alberto Núñez Feijoo podría demostrar que los «vientos de cambio» anunciados en varias ocasiones por sus líderes están en marcha.
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