MILÁN – Salamanca, julio de 1936: se declara el estado de guerra en la ciudad. Miguel de Unamuno, rector de la universidad de la ciudad y célebre escritor, apoya públicamente la rebelión militar donando una importante suma de dinero. Como presidente de la Comisión de Purificación (!), tomará entonces conciencia de las absurdas razones de las detenciones masivas (incluso no presentes en la misa dominical) de las que serán víctimas sus propios amigos y revisará sus posiciones con ojo crítico. He aquí una breve historia contada por Carta a Francoel último trabajo de Alejandro Amenábar, conocido del público por mar adentroOscar a la mejor película extranjera en 2005, y para estadounidenses Los otros Y Ágora.
En este caso, el director vuelve a su país para narrar una época histórica muy caliente para España, hasta el punto de haber sido indirectamente protagonista de Madres Paralelas, última película de Almodóvar. Cierto es que Amenábar nació en Chile, donde su madre española había acompañado a su hermana, cuyo marido huía de la represión franquista. Luego regresó a España para escapar a su vez del golpe de Estado chileno de Pinochet: es por tanto su historia personal empapada de dos importantes golpes de Estado del siglo XX. Sin embargo, por Carta a Franco el director, en lugar de la epopeya histórica, elige más bien el camino de la historia individual de un hombre que lucha con tiempos confusos aunque, en comparación con sus contemporáneos, se declara más despierto (incluso cuando duerme). Aunque con diferentes desenlaces, nos recordó en este sentido la El apoya a Pereira de la memoria tabuquiana confiada al inmenso Marcello Mastroianni.
Junto al retrato personal de Unamuno (Karra Elejalde), sin embargo, hay espacio para contar el contexto de la subida al poder de Franco (Santi Prego), mostrado aquí como un dictador de insospechada sobriedad, que bien remite a la banalidad del mal por Hanna Arendt. En realidad, fue la previsión de erigir la Guerra Civil como un homenaje cristiano a las Cruzadas y la Reconquista lo que dio credibilidad y epicidad a la campaña de un hombre, no tan católico, para tomar el poder. Y fue sobre todo una cláusula la que le coronó jefe de Estado mientras duró la guerra (la misma que da título original a la película) para concederle un período de regencia tan largo que se prolongó hasta 1975, aunque más allá del otro. regímenes dictatoriales europeos. La figura del dictador, sin embargo, casi deja paso al carisma del general José Millán-Astray, tan bien interpretado por Eduard Fernández que incluso le ofreció un Goya en 2020 (la película ganó otros cuatro por el vestuario, el maquillaje , producción y dirección artística ante diecisiete nominaciones).
Interesante la elección del director para dar título a la película. Cuando la guerra era dura– Mientras dure la guerra – porque, en retrospectiva, no se limita a recordar la cláusula de dicho anuncio que cambió el destino de España, sino que suscita una reflexión más amplia sobre nuestro estar constantemente en guerra por no escucharnos. De hecho, es evidente la vocación extremadamente popular de la película, lo que nunca hace olvidar la impronta americana adquirida por el cine de Amenábar. Lástima que, en la necesidad de contarlo al público en general, la película corre el riesgo de no darle suficiente peso a la historia o, peor aún, de contar el franquismo de una manera quizás demasiado suave. Finalmente, la intención de contar este pasado reciente con fuerte impacto en el presente, discutido demasiado superficialmente en las clases, es siempre loable, pero lamentablemente Carta a Franco desde esta perspectiva, no es una obra totalmente acabada.
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