Los restaurantes de Milán están redescubriendo su vocación de fiesta. Pero cada uno lo hace a su manera.
Ahora la cena no es suficiente. En un momento de revisión del gasto, pero también para huir del sombrío panorama climático y/o geopolítico, queremos divertirnos sin hipotecarnos cambiando tres o cuatro lugares en una noche. Y cada vez más restaurantes han interceptado esta necesidad. Lo que ofrecen entonces es sentarse a la mesa, presentarnos un menú interesante y al mismo tiempo divertirnos con diversos espectáculos – música, danza, karaoke, dj set, malabares – hasta bien entrada la noche. Así, aunque la factura sea un poco más alta de lo habitual, nos despertaremos felices, dejando atrás el duro día de trabajo.
Nada nuevo, dices. LA café-chantant se originó en París en el siglo XVIII, y los lugares de entretenimiento que sirven comida o bebida son un elemento habitual en las principales ciudades. Entre restaurantes milanesespor ejemplo, durante años existió la notas azules (la meca del jazz y el blues donde actúan artistas internacionales mientras degustas la cocina de Nueva Orleans), el Balera dell’Ortica (menú de cocina popular con bolera, orquestas y bailes colectivos), el milleluci (un restaurante pop donde se pueden cantar los éxitos de la música italiana de todas las épocas), el Restaurante Arlati (desde los años 60 auténtica cocina lombarda y espectáculos de cabaret los jueves y música los viernes), el Cine Teatro Trieste (cenas organizadas por las mayores escuelas de hostelería con espectáculos de cabaret, drag, jazz y música soul, a precios populares).
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