Una derrota ardiente. Dentro EspañaVoz obtuvo 33 diputados, perdiendo 19 de los 52 escaños obtenidos en 2019, alrededor de 650.000 votos e influencia en varias comunidades, en particular en los bastiones tradicionales de la extrema derecha. Hacia el final del conteo anoche, el líder Santiago Abascal Se dirigió a los seguidores reunidos bajo la nueva sede del partido en Madrid, su rostro se endureció aún más de lo habitual, pero no admitió la derrota. En cambio, señaló con el dedo a sus oponentes, es decir, a todo el espectro político a su izquierda, incluido el Partido Popular. «Estamos listos para estar en la oposición o en nuevas elecciones», dijo con una voz menos estridente de lo habitual.
Vox no ha conseguido movilizar a su electorado, y menos aún reunir nuevos seguidores, ni en la Región de Murcia ni en Ceuta, regiones donde en las elecciones de hace cuatro años sorprendentemente fue la fuerza más votada, ni en Castilla y León, donde gobernó durante más de un año con el Partido Popular. Esta sigue siendo una tercera de España, con poco más de 3 millones de preferencias, o el 12,39% de los votantes, frente al 15,2% en 2019. Sigue siendo fuerte en Cantabria, Cataluña, Asturias y Aragón, pero la fuga de votos es preocupante, hacia el PP, en todos los países. los baluartes de esta joven formación, nacida hace apenas diez años de una emanación del propio PP.
Explicar a Correo El analista Pablo Simón, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid: “Los dos partidos tradicionales en España, a diferencia de lo que ocurre en otros países, están aguantando bien. El PSOE y el PP juntos alcanzaron casi el 65% de los votos y no se desplomaron como ocurrió en Italia con los democristianos o con los republicanos en Francia. La derecha tradicional en España es fuerte y lo demostró ayer. Vox y PP son como dos vasos comunicantes, cuanto más fuerte sea el PP, más difícil le resultará a Vox seguir el camino de Giorgia Meloni, que encabeza el Gobierno italiano.
El riesgo para el partido es… caer en la inutilidad política, tras los éxitos cosechados en las elecciones municipales y autonómicas de mayo, que le permitieron entrar en los gobiernos de muchas ciudades y comunidades de Valencia y Murcia. Sin embargo, es poco probable que la reducción de Vox, en términos electorales, pueda provocar la caída de su líder, Santiago Abascal.
En primer lugar porque es el hombre con el que se identifica el partido y sus seguidores, la encarnación de la «hispanidad» o guerrero espartano, de físico musculoso, voz de barítono y barba super cuidada. El partido, se puede decir, está construido a su imagen y semejanza y sus adjuntos, el catalán Jorge Buxad y el hispano-argentino Javier Ortega Smith, no parecen dispuestos a ponerse en el lugar del fundador del partido. Por ahora.
En la debacle, “Santi, como le llama su amigo Meloni, de hecho ha alzado aún más la voz contra el resto de dirigentes.. Criticó duramente a Feijoo por sus llamamientos a un «voto útil» y su exigencia de neutralidad del PSOE, y acusó a Sánchez de querer gobernar siempre «con el apoyo del comunismo, el separatismo y el terrorismo». Incluso atribuyó el resultado electoral a encuestas “manipuladas” que “vendieron la piel del oso antes de ahuyentarlo”.
“Qué determinará el éxito o el fracaso del núcleo de Abascal”, escribe El mundo “Será la capacidad de Vox de demostrarse indispensable en los proyectos del PP, a imagen y semejanza de lo que ha sucedido en varias autonomías y en muchos ayuntamientos. Pero el panorama es complejo para Abascal y sus seguidores, que se encuentran en tierra de nadie y con dudas sobre si unas nuevas elecciones beneficiarían a Vox o agravarían su perjuicio.«.
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