España, un juez permite a un preso recibir la última visita de su perro enfermo que será asesinado

“Me gustaría besar a mi perro, que será sacrificado por última vez”. La solicitud del recluso de ingresar a una prisión en el País Vasco, España, fue inicialmente rechazada por la dirección, al considerar que las normas penitenciarias no garantizan el derecho de los reclusos a recibir visitas de mascotas. Tras esta primera negativa, el interno recurrió ante el juzgado de vigilancia penitenciaria y logró obtener autorización para el último encuentro: el juez dijo que sí. Tomó una decisión insólita: concedió un subsidio especial a un interno del centro penitenciario de Martutene, en la provincia vasca de Gipuzkoa. Se le concedió una visita con derecho a contacto físico, conocido por los españoles como «vis à vis», con su perro, que se encuentra enfermo y debe ser sacrificado.

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En realidad, la decisión se basó en las preocupaciones del recluso sobre la enfermedad de su perro y la necesidad de sacrificarlo. El juez fijó cuatro condiciones para que se llevara a cabo el encuentro, entre ellas la presentación de un certificado veterinario que acreditara el inevitable sacrificio del animal y una evaluación por parte de un psicólogo penitenciario sobre su idoneidad para el interno. Tras recibir un dictamen positivo, el magistrado anuló la decisión del centro penitenciario que había rechazado inicialmente la solicitud.

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El juez también precisó otros detalles, como que el animal deberá ser llevado a prisión por un progenitor igualmente autorizado y que deberá llevar collar y bozal en la sala de visitas íntimas. Si ensucia el local, será responsabilidad del interno limpiarlo. Este caso constituye una excepción, ya que la normativa penitenciaria española, con carácter general, no autoriza la presencia de animales en los establecimientos penitenciarios por motivos de higiene, y menos aún en las celdas.

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Hace un año, otro recluso de una cárcel de Zaragoza hizo una petición similar para ver a su perro, que fue rechazada por las autoridades penitenciarias: argumentaron que la ley orgánica penitenciaria y el reglamento penitenciario sólo permiten visitas con personas y no con animales. . También citaron dificultades para hacer cumplir los controles de seguridad, como detectores de metales y escáneres, que los visitantes deben pasar antes de ingresar al vestíbulo. También en este caso el detenido acudió al tribunal, pero su petición fue rechazada.

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Martita Bailon

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